¿Por qué hay otra vez guerra entre Israel y Hamas?

 ¿Por qué hay otra vez guerra entre Israel y Hamas?

Una vez más, guerra. Una vez más, entre israelíes y un grupo islamista que opera en territorio palestino. Una vez más, en Gaza.

El estallido la semana pasada de un nuevo conflicto entre Israel y Hamas, que al momento ha demostrado una violencia inusual incluso para los niveles de este enfrentamiento histórico, está acaparando la cobertura global y el mundo, agotado por las eternas novedades bélicas de Ucrania, parece adentrarse en otra guerra de alcance impredecible.

Han sido días de caos y furia, luego de que los combatientes de Hamas lanzaran un brutal ataque por aire, en la forma de miles de cohetes, y por tierra, ejecutado por grupos armados que asolaron el sur de Israel, matando y secuestrando a miles de civiles israelíes.

Casi desde el comienzo, Israel se declaró en estado de guerra y comenzó a bombardear objetivos de Hamas en la populosa Gaza, matando a miles de palestinos.

Dos día después del ataque, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijeron haber finalmente retomado el control de las comunidades israelíes en torno a Gaza que fueron atacadas, pero la guerra, que el primer ministro Benjamin Netanyahu auguró será “larga y difícil”, podría estar entrando en una nueva fase.

“He dado una orden: Gaza estará completamente sitiada. Estamos luchando contra bárbaros y responderemos en consecuencia”, dijo ese lunes el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.

Desde entonces, los bombardeos sobre Gaza no han cesado, a la espera de una operación terrestre de las FDI contra Hamas, e Israel ha ordenado a los palestinos evauar el norte de la franja, que se encuentra en medio de una crisis humanitaria.

La niebla de guerra aún está lejos de disiparse, pero aún vale la pena preguntarse: ¿por qué ha vuelto la guerra a Israel y Hamas?

Antedecentes: el conflicto entre israelíes y palestinos

Desde su independencia, en 1948, y la posterior guerra con Egipto, Siria, Jordania, Iraq y el Líbano, Israel ha estado en conflicto con buena parte del mundo árabe.

Al finalizar ese conflicto, en 1949, los territorios que habían sido destinados por un acuerdo de las Naciones Unidas a la formación de un Estado palestino (la llamada “partición de Palestina”) quedaron en control de Egipto (en el caso de Gaza) y Jordania (en el caso de la Ribera Occidental). El Estado de Israel se fundó en los restantes territorios surgidos de esa partición y el armisticio.

Esta situación lleva al inicio de una crisis de refugiados palestinos que no se ha solucionado del todo.

Los estadistas israelíes David Ben-Gurion y Yitzhak Rabin dirigen a un grupo de soldados junto a la Cúpula de la Roca, en el Monte del Templo, en junio de 1967. (Crédito: Hulton Archive/Getty Images)

En 1967, Israel atacó a Egipto, Jordania y Siria en la llamada guerra de los Seis Días, y tomó la península de Sinaí, los Altos del Golán, Gaza y la Ribera Occidental, quedando la población palestina bajo su control.

En 1973, durante la festividad del Yom Kipur, Egipto y Siria atacaron por sorpresa a Israel, dando inicio a la última y más dura guerra entre árabes e israelíes. Tras dificultades iniciales, Israel también se impuso en este conflicto y mantuvo su control de los territorios tomados en 1967, excepto el Sinaí, que devolvió en los años posteriores a Egipto.

Fue el último gran conflicto bélico entre Estados árabes e Israel, pero en 1987 se produjo la primera Intifada, un levantamiento palestino en Gaza y la Ribera Occidental que enfrentó por primera vez a Hamas e Israel.

Y en 1993, el presidente de la Organización de Liberación Palestina, Yasser Arafat, y el primer ministro de Israel, Yitzhak Rabin, firmaron un acuerdo de paz que llevó por primera vez al retiro de tropas israelíes de Gaza y la Ribera Occidental y a la entrega de cierta autonomía a los palestinos, a través del Gobierno Autónomo Palestino.

La situación, sin embargo, se estancó en las décadas siguientes.

Gaza, en el centro

En el contexto de los acercamientos generados por los “Acuerdos de Oslo”, de 1993, en 2003 el primer ministro israelí, Ariel Sharon, anunció una retirada planificada de las fuerzas y asentamientos israelíes en Gaza y la Ribera Occidental, que se concretó en 2005.

Pero el Gobierno Autónomo Palestino tuvo serios problemas controlando a Hamas, un grupo islamista palestino fundado en 1987 en Gaza y que, desde 1994, ha estado atentando contra Israel.

En 1996, el Gobierno Autónomo Palestino incluso calificó al grupo como terrorista, condenó sus ataques a Israel y detuvo a cientos de sus miembros.

Tras el retiro de Israel de Gaza, estalló en 2006 una guerra civil entre Hamas y el partido Fatah, del presidente del Gobierno Autónomo Palestino, Mahmoud Abbas, elegido en 2005.

Jóvenes palestinos juegan al fútbol al aire libre en un barrio pobre de Gaza en medio de temperaturas altísimas y cortes de electricidad, el 31 de julio de 2023. (Crédito: MAHMUD HAMS/AFP vía Getty Images)

Este conflicto interno palestino terminó en 2007, con Hamas reteniendo el poder de facto en Gaza –que desde entonces vive en una crisis humanitaria–, pero continuó sin pausa con Israel, al que Hamas nunca dejó de atacar.

La violencia entre Israel y Hamas escaló especialmente entre 2008 y 2009, en 2014, y en 2021, el último choque –que dejó un saldo de 13 israelíes y 250 palestinos muertos– antes de volver a estallar este sábado.

La crisis actual

El 2023 ya estaba marcado, aún antes de la guerra, por una alta violencia en la región: el número de palestinos muertos, entre militantes y civiles, en la Ribera Occidental a manos de fuerzas israelíes es uno de los más altos en décadas, al igual que el número de israelíes y extranjeros muertos en ataques de grupos islamistas palestinos.

Específicamente, Hamas ha dicho que lanzó su ataque del sábado, al que llamó “Tormenta de al-Aqsa” para defender la Explanada de las Mezquitas y especialmente la mezquita al-Aqsa, en Jerusalén, que los judíos conocen como el Monte del Templo.

Para los musulmanes, al-Aqsa (que significa “la más lejana”) es el lugar donde el profeta Mahoma ascendió a los cielos, constituyéndose en el tercer sitio más sagrado del Islam luego de la Meca y Medina. Para los judíos, allí se encuentra la Piedra Fundacional donde, según el Antiguo Testamento, se creó el mundo, donde Abraham buscó sacrificar a su hijo Isaac y donde se asentaba el antiguo templo; es el sitio más sagrado del judaísmo.

Su importancia para estas dos religiones y también para el cristianismo no puede ser subestimada.

Las relaciones entre musulmanes y judíos en el sitio se rigen por un acuerdo de statu quo alcanzado por Israel y Jordania, que lo controló hasta 1967.

Preparativos de invasión a Gaza 1:37

Pero las condiciones cambian y el lugar ha sido centro de enfrentamientos entre palestinos e israelíes en los últimos tiempos, y en abril de este año hubo al menos dos operaciones violentas y cientos de arrestos realizados por la policía de Israel en al-Aqsa.

Al mismo tiempo, se han dado ataques palestinos contra colonos israelíes, como el que llevó a la muerte de dos hermanas israelíes, también en abril de este año.

Muchos musulmanes consideran que su derecho a rezar en la mesquita de al-Aqsa, en la que no se admite generalmente el ingreso de quienes no profesan el islam, se ha degradado recientemente por el avance de la derecha en Israel y de grupos extremistas judíos.

Adicionalmente, al-Aqsa se encuentra en Jerusalén Oriental, que Israel capturó de Jordania durante la guerra de los Seis Días, y la mayor parte de la comunidad internacional lo considera territorio ocupado.

Los palestinos aspiran a que Jerusalén Oriental sea la capital de su futuro Estado, mientras que Israel considera que Jerusalén es su histórica capital, aunque la comunidad internacional ha tomado como referencia a Tel Aviv.

Con información de Nadeen Ebrahim, Lauren Iszo, Ibrahim Dahman, Mohammed Tawfeeq, Hadas Gold, Mohammad Eyad Kourdi, Jonny Hallam, Ibrahim Dahman, Helen Regan, Hadas Gold, Richard Allen Greene, Amir Tal, Ibrahim Dahman, Abeer Salman, Kareem Khaddar y Nadeen Ebrahim.

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