Petro acepta la renuncia de Carolina Corcho, el rostro más combativo de la reforma a la salud
En la primera crisis de gabinete del Gobierno de Gustavo Petro, hace dos meses, Carolina Corcho apareció al lado derecho del mandatario, casi hombro a hombro, en la tensa alocución en la que anunció la salida de tres ministros. En la segunda crisis de gabinete, que se saldó este miércoles con el relevo de otras siete carteras, la combativa ministra de Salud fue una de las caídas, en pleno trámite legislativo de la profunda transformación del sector que ha sido su gran bandera.
Para bien o para mal, Corcho ha sido el rostro de la reforma a la salud desde la propia campaña presidencial. Ella siempre la ha considerado un mandato popular, antes incluso de que se conociera un texto, a pesar de las resistencias que despierta. También el propio presidente Petro le ha apostado buena parte de su capital político, e incluso de su gobernabilidad. La defensa a ultranza de la versión de Corcho de la reforma que ya comenzó su postergado trámite en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes ha sido no solo un foco constante de fricción política, también la principal causa de la fractura de la coalición de Gobierno.
En la primera crisis de gabinete, Corcho se impuso en el pulso que libró al interior del Gobierno con Alejandro Gaviria, un crítico de la reforma, pero esa ha acabado convertida en una victoria pírrica. Ambos sostenían discrepancias que rayaban en la animadversión desde los tiempos en que él ocupaba la cartera de Salud –en el Gobierno de Juan Manuel Santos– y ella encabezaba un sindicato médico.
La hasta ahora ministra Corcho es una crítica de vieja data del sistema de salud colombiano, al que en más de una ocasión ha señalado de ser uno de los peores del mundo. Considera que la salud debe ser concebida como un derecho y no como un negocio, y que sus recursos no deberían ser administrados por privados. Desde la otra orilla hablan de construir sobre lo construido y buscan resguardar logros como un aseguramiento casi universal y el hecho de que Colombia es el país en América Latina con el menor gasto de bolsillo, el que hacen directamente las familias en las farmacias o los hospitales. En otras palabras, los colombianos están amparados y no se quiebran por pagar un tratamiento.
La visión de Corcho busca de una u otra manera acabar con el rol actual de las Entidades Promotoras de Salud, o EPS, las entidaes privadas, mixtas o públicas que aseguran a los ciudadanos y que se han quejado de que las mantuvieron al margen de la discusión previa. Desde el comienzo, sus críticos acusaron la falta de transparencia y de debate. Los cambios que puedan surgir en el trámite legislativo hacen parte del debate democrático, ha justificado son insistencia la ahora exministra. Pero ese dilatado proceso ha sido particularmente turbulento.
El Partido de la U, el Conservador y el Liberal, cuyo apoyo garantizaría repetir las sólidas mayorías que disfrutó el Gobierno el semestre pasado, entablaron una difícil negociación entorno a la reforma a la salud, la más resistida entre las tres grandes reformas sociales, junto a la de trabajo y la de pensiones –que han tenido más concertación–. Las cabezas de las tres colectividades han coincidido en que los acuerdos que dieron por alcanzados con el presidente Petro nunca se vieron reflejados en el articulado, en medio de cuestionamientos al estilo de la ministra.