El secuestro: una “dinámica preocupante” que se incrementa en América Latina
El secuestro en América Latina se ha incrementado y se sigue fortaleciendo a causa, entre otras cosas, de las dinámicas del narcotráfico, y ha aparecido en países donde poco se hablaba de él, según analistas consultados por la Voz de América.
El panorama no es nada alentador. Según registros de Control Risks, durante los primeros tres trimestres de 2023, la región registró el segundo mayor número de secuestros a nivel mundial, solo por debajo de África subsahariana.
Eduardo Arcos, analista sénior de Análisis de Riesgos Especiales de Control Risks explicó que América Latina sufre de altos niveles de criminalidad en general y el secuestro es una entre muchas otras actividades llevadas a cabo por grupos criminales.
La región, indica, es un bastión de algunas de las redes criminales más grandes del mundo.
Luis Alberto Villamarín Pulido, especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional, explicó que el delito del secuestro “está disparado en América Latina porque se relaciona muchísimo con el narcotráfico y con otros delitos conexos”, como la trata de personas, el lavado de activos y el tráfico de armas.
“Esta diversidad de actividades delictivas es común en muchos países de la región, ya que los delincuentes buscan constantemente nuevas fuentes de ingresos. Además, las fuerzas de seguridad de varios países de América Latina carecen de recursos suficientes y, en algunos casos, no pueden combatir eficazmente las grandes redes criminales, especialmente en múltiples frentes y regiones”, añadió el analista de Control Risks.
Opinión que comparte Diego Quintero, coordinador regional para los Andes y el Cono Sur del Área del Crimen Organizado en la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas (UNODC): “Creemos que tiene mucho que ver con el actuar de organizaciones multicrimen. Ya hoy en día nosotros no podemos hablar de organizaciones que se dediquen única y exclusivamente al narcotráfico, porque los delitos vinculados al crimen organizado son delitos que buscan una ganancia”.
Cifras en aumento
Para Arcos, durante gran parte de las últimas dos décadas, México y Colombia tuvieron la mayor incidencia de secuestro en la región como resultado de las actividades de los grupos criminales transnacionales, así como de las guerrillas que operan dentro de sus fronteras.
Sin embargo, agregó el analista, la dinámica ha cambiado desde los efectos socioeconómicos desestabilizadores del COVID-19 y la delincuencia ha aumentado notablemente en países como Haití y Ecuador, impulsados por el auge de las pandillas criminales en sus principales ciudades después de la pandemia.
Aunque no existe una compilación reciente de estadísticas que den cuenta de este delito a nivel regional, países como México y Colombia tiene un largo historial de secuestros, y otros como Perú, Ecuador y Chile han reportado incrementos de los mismos.
En octubre, el Ministerio de Defensa de Colombia reportó un aumento del 83 % en los casos de secuestros en los primeros nueve meses del año, con respecto al mismo periodo del año anterior. Es decir, 183 casos frente a 142 en 2022. En México, el más reciente informe publicado por la organización civil “Alto al Secuestro”, en agosto de 2023 ocurrieron dos secuestros diarios en ese país.
Según Quintero, en Ecuador se ha presentado este flagelo por el incremento del crimen organizado vinculado al narcotráfico. En Perú, añadió, es un poco más constante y viene del pasado y, en Chile, se están empezando a presentar en algunas partes del norte del país.
“Es una dinámica que preocupa en la región”, afirmó Quintero, quien además señaló que hay organizaciones criminales pequeñas que están creciendo en América Latina y están aprendido de esa práctica. “Infortunadamente nosotros vemos que el saber criminal se exporta”.
Según las denuncias en las fiscalías de Perú por delitos de violación de la libertad personal, se registraron 2.991 casos este 2023 que, de acuerdo con el Ministerio Público, están tipificados como secuestros.
En Ecuador, país azotado por la violencia, la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase) cuantificó, de enero a septiembre de 2023, 67 casos. Es decir, registró un incremento del 347 %, en comparación a 2022, cuando se registraron (bajo denuncias), tan solo 19.
La fiscalía nacional de Chile informó recientemente del aumento considerable de los casos de secuestros en el país desde 2017. Las denuncias pasaron de 492 a 826 entre los años 2021 y 2022, mostrando un alza cercana al 62 %.
El más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), correspondiente a 2018, indica que Ecuador, México y Haití son los países, en cada subregión, con mayores tasas de secuestro por cada 100.000 habitantes.
Analistas consultados por la VOA indican que las estadísticas varían de país a país porque los conceptos, los reportes y penalidades del delitos son diferentes, las familias no denuncian y prefieren pagar o es difícil la recolección de datos.
Además, existen países que ni siquiera tienen algún registro al respecto, como Venezuela, a pesar de las continuas denuncias de violación de los derechos humanos en dicho país.
En este sentido, dijo Quintero, la UNODC está trabajando en la Clasificación Internacional de Delitos con propósitos estadísticos de las Naciones Unidas que busca establecer unos parámetros que permitan encasillar las conductas.
Para Arcos, cabe aclarar que el número de grupos delictivos que se dedican exclusivamente al secuestro es relativamente bajo y son principalmente pandillas urbanas pequeñas y medianas.
En la mayor parte de la región, añadió el analista, el secuestro es una fuente de ingresos relativamente menor para los delincuentes, especialmente en comparación con la producción o el tráfico de drogas.
“En los últimos tres años, hemos visto que la incidencia del secuestro fluctúa en consonancia con la evolución del entorno general de seguridad y, como resultado, se encuentra en un estado de constante cambio”.
Dinámicas diferentes
Para Quintero, el secuestro no un fenómeno aislado y se presenta de diferentes maneras. En Colombia, explicó, es donde se tiene “más experiencia en el tema”. Hay secuestros exprés, por un corto período de tiempo, o más elaborados, que tienen relación con grupos de crimen organizado, que representan pagos más grandes o que, incluso, venden a la persona a un grupo guerrillero o a una banda con mayor control.
También existe otro tipo de secuestro que, según el coordinador de la UNODC, ejecutan de manera directa o por encargo de otras bandas pequeñas. En el caso de los grupos armados organizados como el Clan del Golfo, guerrillas de largo aliento, tienen como su principal soporte el control territorial, debido en parte a la poca presencia de las autoridades en áreas rurales.
“En Colombia, donde todavía existen guerrillas comunistas, como el ELN y las FARC, lo emplean para financiarse de manera extorsiva o para presionar, en el caso de que lo hacen con algunos dirigentes políticos o para hacerse sentir en las mesas de conversación, siempre con una objetividad política”, agregó Villamarín, coronel retirado del ejército colombiano.
En lugares como Chile, explicó Quintero, se han reportado secuestros extorsivos “que se hacen a funcionarios judiciales y penitenciarios a cambio de que ellos hagan algo… con la amenaza de secuestrar a algún familiar o alguna persona cercana. Y generalmente eso no tiene denuncia”.
Otros grupos usan el secuestro “para cobrar cuentas”, explicó Villamarín, como las maras salvadoreñas, en Centroamérica, en Honduras, en Guatemala. Lo mismo en México.
Y en Venezuela y Brasil, agregó, ocurren muchas mixturas por narcotráfico, minería ilegal, mafias que mueven diferentes escenarios de actividades criminales.
Según el coronel retirado, en países como Chile, Argentina y Bolivia, las bandas criminales se han multiplicado con la llegada de migrantes, esto sumado a las mafias de Albania, de Italia, que “se han regado por esa zona y han afectado a otro país: Ecuador”, donde muchos delitos se manejan desde las cárceles.
Otros países afetados por el secuestro, añadió, son Haití e, incluso, República Domincana, “donde funciona muy exprés y muy calladito”.
[Fuente: Voz de América]